jueves, 9 de abril de 2020

RICHARD JEWELL (2019) Y LA PESADILLA DE LA INFLUENCIA MEDIÁTICA

            
Hablar de Clint Eastwood, por lo general, nos atañe a referencias sobre arquetipos de hombres estoicos, tensión social, prejuicios y dilemas morales sobre lo que se considera correcto. Richard Jewell cuenta con todos esos elementos, pero sobre todo, cuenta con una recurrente del afamado director en los últimos años por plantear historias basadas en hechos reales. 

En estos tiempos en los que el cielo se cierne oscuro sobre el mundo y la pandemia establece una imagen en apariencia imponente, me ha llamado la atención descubrir como aparecen características desconocidas en muchas personas que creímos conocer, rasgos totalmente inusitados. Dentro de lo que al confinamiento se refiere, he tenido la oportunidad de ver esta película, meditar un poco sobre parte de su temática y decidirme a centrarme en una autorreflexión sobre ésta historia, la cual me parece tiene vestigios similares a nuestra realidad.  


Richard Jewell es una película de 2019, y como en la mayoría de sinopsis podrán encontrar, nos cuenta la historia de, valga la redundancia, Richard Jewell, un guardia de seguridad que, durante los Juegos Olimpicos de Atlanta 96 , encuentra una mochila con explosivos. Jewell Salva a muchas personas ese día al percatarse de la bomba y rápidamente es glorificado como héroe. Pero, con la misma rapidez, el FBI lo enmarca como el único sospechoso del atentado, lo cual lo degrada de su estatus de héroe y lo convierte en el objeto de las miradas displicentes de la sociedad. Una sinopsis muy acertada, pero que ciertamente no cuenta toda la historia. 

La imagen que obtenemos de Jewell es la de un hombre obeso que vive con su madre, entusiasta por su trabajo, frustrado por haber perdido su estatus de policía, un apasionado de las armas y con cierta timidez. Esta impresión  nos crea un primer prejuicio que nos hace pensar en un loco y pobre diablo, incluso generando que podamos sentir algo de lastima por él. Pero cierto es que esta imagen parece premeditada por el director, pues la sorpresa con la que nos encontramos es que esa primera impresión que obtenemos de él, es la misma bajo la cual el FBI lo encasilla sin justificación. ¡Vaya si me sentí mal por ese pensamiento!

Realizando su trabajo de rutina, y bajo protocolos que solo el parece seguir, Jewell se percata de un objeto extraño. La mochila que contiene explosivos pone en alerta a la seguridad del parque, no sin antes mostrarse escépticos ante la exposición del hombre obeso. Minutos, por no decir segundos, después de haber encontrado la bomba, esta estalla hiriendo a algunas personas y salvando miles de vidas.  La noticia sobre el miembro del estaf que halló la mochila no tarda en dispararse, y Jewell se convierte en el nuevo heroe de Atlanta. 

El FBI comienza por su parte su investigación, y al no tener un punto de arranque para encontrar un culpable, el agente Tom Shaw (Jon Hamm), quien estaba en el parque al momento del atentado, centra todos sus esfuerzos en investigar al ex oficial, quien al parecer encaja en el perfil de un potencial homicida de masas. Paralelo a la investigación, la periodista Kathy Scruggs (Olivia Wilde), movida por su deseo personal de encontrar una "Buena Historia", seduce al agente Shaw para escrutar información potencialmente útil. El agente termina exponiendo la investigación hacia Jewell, dándole a Kathy información confidencial, poniendo en riesgo su puesto y destruyendo la vida de Jewell. A cambio de sexo, claro está.  

Eventualmente, la información fue publicada por nuestra intrépida reportera, y como era de esperarse de una nota creada a partir de una investigación en proceso sin pruebas, los tonos que generó fueron un tanto sensacionalistas. Los medios lo hacían de nuevo y, en un abrir y cerrar de ojos, Jewell era el tipo más odiado de la nación. Comienzan a llegar una tras otra, notas que paulatinamente irían deteriorando la fuerza y el carisma poco convencional del personaje hasta convertirlo en una masa abúlica. Se suma entonces su abogado y ex jefe, Watson Bryant (Sam Rockwell), quien junto con su madre (Kathy Bates) serian sus únicos aliados en esta tortuosa travesía. 

Aun con lo desquebrajada y extraña que pueda parecer la personalidad de Jewell, vamos transformando aquel primer juicio despectivo y lo abrazamos como una nueva forma de empatía. Las autoridades sin pruebas, una periodista sensacionalista y los prejuicios de la sociedad a merced de cada esquina nos hacen encontrarnos con los ojos de Jewell y preguntarnos que diablos le ha pasado a las personas. Todo ese sentimiento que se cierne sobre él en forma de nube de estrés nos hace desear que se quiebre esa impasible actuación que muestra frente a quienes lo señalan injustificadamente: Creando pruebas incriminatorias donde no las hay, y generando más noticias difamatorias, cada una a partir de la anterior. 

Con el transcurrir de la película, poco a poco observamos como la defensa de Jewell se fortalece, gracias a la amistad y confianza de su abogado Watson y su madre. Es así cómo un nuevo Jewell renace, después de un descenso a los infiernos para volver con aire virtuoso y comenzar a defenderse contra el mundo entero. Cuan importantes son las personas que están a nuestro alrededor, aquellos que nos alientan y creen en nosotros desde el comienzo del viaje hasta su culminación. Jewell fue un hombre nuevo, después de enterrar al viejo. 

Como resultado de tal anábasis, Jewell encuentra serenidad a aquellos momentos de angustia cuando se enfrenta al FBI en un ultimo interrogatorio en donde Paul Hauser (actor que interpreta a Jewell),  nos regala mucho drama y una conmovedora performance. Vemos también un arrepentimiento en la periodista Scruggs, quien de golpe se percata que a quien ha estado destruyendo es solo una victima de acusaciones sin fundamento. La cereza al pastel, pastel que obviamente Jewell se comería a pesar de su diabetes, es la notificación y disculpa por parte de las autoridades después de tres meses de tortura mediática. ¡Gracias, mi bien empoderado sistema!

Una disculpa... una disculpa por todo el dolor causado, las acusaciones falsas, las difamaciones y el hostigamiento. La reacción de Jewell ante tal situación es solo catarsis con antifaz de llanto. Liberación de la opresión que vivía dentro de si, ese nudo emotivo que lo asfixiaba. La sociedad lo llevo a las alturas, lo escupió y finalmente para enmendarlo, lo perdió de vista.  A lo cual el obeso héroe respondia con simple llanto... y con un complejo suspiro. 

Richard Jewell es un viaje a través de las emociones humanas. Vida en una época que gusta de exponer públicamente  lo que haces y dejas de hacer, a la expectativa de ser señalado a través de diferentes canales de información. En una esquina tenemos como estelar contendor a la Sociedad, juez de nuestros actos, volatil ante situaciones agravantes y fría ave de rapiña, esperando borbotones de nuestra sangre. En la esquina contraria,  Nuestros Miedos, temores que superados serán la fuerza vital para enfrentar a cualquier contrincante. 



Puntuación: 3/5 😸😸😸

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